Por: Juan Daniel Correa Salazar
@juandanielcorrea
@musica_creativa_de_colombia
6 de agosto de 2020
Hoy el gomelo champetúo está gomelo.
No es para menos. Caminando enmascarado por esta fría y desolada ciudad me encontré una delirante sorpresa: la boutique de Ferrari Bogotá. Para comprobar que no se trataba de una ensoñación, tomé algunas instantáneas (ver galería):
Increíble. Mejor aún si uno entra a la página oficial: www.bogota.ferraridealers.com. Puede comprarse, básicamente, cualquier ejemplar último modelo o, si lo prefiere – y está corto de presupuesto (risa nerviosa) – buscar el auto que se acople a sus necesidades en el mercado usado.
¡Qué locura! Al frente, la gente grita en la calle que tiene hambre, como sucede alrededor de toda la metrópoli. Mundo demencial y desigual.
No sé si algún día – cuando esta columna sea globalmente famosa – tenga para adquirir un aparato de esos. Estoy casi seguro de que, así me bañara en oro, no lo haría. Preferiría un avión, tal vez. Uno pequeño para ir a Nuquí, Leticia, Buenaventura, Barquisimeto, Kingston o Varadero. Me podría salir más “económico” que la joya italiana sobre ruedas. Lo cual no quiere decir que no me apunte al test drive apenas se dé la ocasión. Eso sí, de realizarse la quimera, esperaría que la máquina no se pinche en algún hueco.
Por ahora me monto en la bici y sigo soñando con música. Me pregunto, ¿Cuál sería el equivalente a un Ferrari en el universo sonoro? Recurro a los recuerdos y a la tecnología al segundo:
Ver The Wall en vivo hubiese sido como manejar a toda velocidad uno de esos juguetes que hay en la vitrina. En realidad, como soy un gomelo de veras, veras, sí que he tenido la oportunidad de sentir esa adrenalina. No me puedo quejar: he visto en diversos escenarios alrededor del plantea a Michael Jackson, los Rolling Stones, Prince, Radiohead, Paul McCartney, The Cure, Depeche Mode, Massive Attack, Britney Spears, Seu Jorge, Pavarotti, Plácido Domingo, Paco de Lucía, Los Fabulosos Cadillacs, Caifanes, Andrés Calamaro, Rubén Blades, El Gran Combo de Puerto Rico, el Grupo Niche, a Totó La Momposina, en fin; y tuve la fortuna de vibrar en repetidas ocasiones con Soda Stereo, y con el mismísimo Gustavo Cerati, cuando pasaron por estas extravagantes tierras. Sin embargo, el mejor de todos los conciertos – Gran Premio de Fórmula 1 – fue Roger Waters en Bogotá. No el año pasado, sino en el 2007. Aún resuena en mi conciencia – y en todos mis sentidos – aquella obra mágica.
Como también soy champetuo, por supuesto, he visitado antros, lupanares, verbenas y espectáculos callejeros de la más variada índole: rap, reggaetón, punk, metal, champeta, reggae, salsa, currulao. Así ha sido a lo largo de años en perdidos – algunos supuestamente bastante peligrosos – barrios de Cartagena, Cali, Bogotá, Barranquilla; en las profundidades del Chocó, en Nueva York, Washington DC, Lima, Buenos Aires, Santo Domingo… ¡Ay, estoy que me meto de nuevo en el “ojo del huracán”! Tocará con tapabocas.
Lo mejor es cuando uno tiene la mente abierta y puede conciliar varias perspectivas de ver el mundo a la vez; ¡Lo champetuo no me quita lo gomelo!
¡Qué viva la libertad!
Si pienso en alguien que ha sido libre – y lo ha gritado a los cuatro vientos – ese tiene que ser Charly García. Qué alegría – y gomelería – poder contar que este servidor ha asistido a dos de sus maravillosos shows en esta loca capital; impecables espectáculos de arte y fantasía:
Charly toma champaña y come caviar mientras se mueve como pez en el agua por la marginalidad. Sabe muy bien que por muchos Ferraris que se tengan, hoteles siete estrellas que se demuelan, rosas y chocolates que se reciban, trofeos que se levanten; lo que verdaderamente importa en este universo es el amor:
Podés pasear en limousine
Cortar las flores del jardín
Podés cambiar el sol
Y esconderte si no quieres verme
Puedes ver amanecer
Con caviar desde un hotel
Y no tienes un poquito de amor para dar
Yendo de la cama al living
Sientes el encierro
Yendo de la cama al living
Podés saltar de un trampolín
Batir un récord en patín
Podés hacer un gol
Y podés llevar tu nombre al cielo
Puedes ser un gran campeón
Jugar en la Selección
Y no tienes un poquito de amor para dar
Yendo de la cama al living
Sientes el encierro
Yendo de la cama al living
Oh no, no, no
No hay ninguna vibración
Aunque vives en mundos de cine
No hay señales de algo que vive en tí
Voy yendo de la cama al living
Sientes el encierro
Voy yendo de la cama al living
Me sentiría vacío – en los rines – si le corto una sola palabra a esta poesía.
Continúen en sintonía con la playlist del Gomelo Champetuo:
Lean también: música para vivir y El Preso
Vean el concierto #OrgulloDeSer
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